La falta de apetito se denomina médicamente anorexia. Es muy habitual entre los pacientes con cáncer. Aparece como efecto secundario de la enfermedad y de los tratamientos.
Cuando no tengas ganas de comer, aprovecha aquellos momentos del día en los que tengas más hambre e intenta incluir alimentos con alta densidad nutricional, como croquetas, cremas, yogures o natillas. Además, puedes intentar fraccionar las comidas principales en cinco o seis tomas pequeñas durante el día. Asegúrate que el aporte de energía y proteínas sea el adecuado. Puedes enriquecer tus preparaciones con leche en polvo, quesos o claras de huevo. Ten a la vista alimentos que sean fáciles y rápidos de comer como frutos secos, galletas o palitos de pan.
Evita las preparaciones con olores fuertes. Intenta añadir variedad de colores y texturas a tus preparaciones para hacerlas más apetitosas.